Inseguridad entre jóvenes universitarios en Colima, México: un enfoque en representaciones sociales y vulnerabilidades
Anneth Velazquez / Líder estudiantil de la sección de Ciencias Sociales

En una investigación realizada por la Universidad de Colima, se declaró que las fuertes olas de violencia en Colima han orillado a la población a tomar medidas preventivas para evitar ser víctimas de la inseguridad. De acuerdo con el Instituto Mexicano de la Juventud y el Consejo Nacional de Población, el 24.8% de los jóvenes cuyas edades oscilan entre los 18 y 29 años, por cada cien mil habitantes, ha sido víctima de algún delito.

El estudio aborda que la violencia puede ser vista desde tres perspectivas diferentes: la directa, estructural y cultural. La violencia directa se da entre un mismo circulo social entre los individuos, esto reflejándose en violencia física, verbal o psicológica entre sí. La violencia estructural se refiere a los déficits presentes en los sistemas sociales, políticos y económicos que gobiernan a las comunidades a nivel global, regional, nacional y local. Finalmente, la violencia cultural ataca identidades y vidas individuales a través del racismo, la xenofobia, diversas ideologías y otras manifestaciones de discriminación.

Las personas buscan maneras diversas de “protegerse” de la inseguridad y violencia basándose en sus propias experiencias, con esto modelan su perspectiva con relación a la falta de seguridad, es por esto por lo que cada persona reacciona de manera distinta ante la presencia de algún acto delictivo influyendo, además, el nivel de exposición que se está viviendo al momento.

Además, se menciona que tanto hombres como mujeres en la población universitaria han experimentado la violencia y la delincuencia, no solo como víctimas directas, sino también como testigos. Para afrontar estas situaciones, la población universitaria toma medidas de seguridad básicas, como agacharse en el suelo en caso de tiroteos, mantener el silencio, proteger la cabeza y conservar la calma. Algunos también optan por evitar interactuar con individuos que consideran sospechosos en entornos públicos y calles. En cuanto a mantenerse informados sobre incidentes de seguridad, algunos eligen informarse mediante noticias con el fin de identificar áreas donde ocurren incidentes de inseguridad, permitiéndoles tomar medidas como ajustar sus actividades diarias. De esta manera se ve expuesta la sociedad a una vulnerabilidad evidente, ya que se ven obligados a elaborar planes y estrategias para protegerse en caso de presenciar un posible caso de inseguridad.

Por otro lado, también menciona que las instancias universitarias decidieron permitir que los estudiantes ingresaran una hora después, aprovechando la presencia de luz de día, con el propósito de mitigar la exposición a posibles riesgos al transitar en condiciones de oscuridad. Además, como medida precautoria, en algunos días se suspendieron las clases ante el temor de que incidentes violentos pudieran afectar tanto a estudiantes como profesores.

Los estudiantes viven en constante cautela, ya que ajustan diariamente sus rutinas al implementar diversas medidas con el objetivo de evitar ser víctimas. Estas medidas incluyen la variación de los lugares que frecuentan, la abstención de entablar conversaciones con personas desconocidas y la evitación de interacciones, lo que conlleva a una restricción de la libertad para llevar una vida más pacífica.

III. Bibliografía

[1] A. C. A. Ceballos, A. C. Muñiz, y A. D. Grajeda, “Jóvenes universitarios, violencia e inseguridad en Colima-México: abordaje desde las representaciones sociales y vulnerabilidades”, Estado & comunes, vol. 1, núm. 18, pp. 123–139, ene. 2024. https://doi.org/10.37228/estado_comunes.v1.n18.2024.341