Predictores de conductas suicidas en adolescentes mexicanos y el apoyo
comunitario como prevención
Flor Minerva Montejo Dávila
/ Estudiante de Ingeniería Biomédica
El número de suicidios ha aumentado considerablemente a lo largo de los años. Sin embargo, más allá
de las cifras, cada suicidio representa a una persona con una historia que la llevó a tomar esa
decisión. Se cree que es posible detectar los factores de vida que influyen en este desenlace,
aunque la mayoría de los estudios se han realizado en países con niveles socioeconómicos altos.
Investigadores del Centro de Estudios Avanzados sobre Violencia - Prevención del Instituto Nacional
de Pediatría, en México [1], analizaron estos factores en adolescentes mexicanos, enfocándose en la
salud mental y las experiencias difíciles durante la infancia, para proponer mejoras en la calidad
de la salud mental en México.
El suicidio es un grave problema de salud mental que afecta a nivel mundial y es una de las
principales causas de muerte entre adolescentes y adultos jóvenes, según la Organización Mundial de
la Salud. En los últimos años, los intentos de suicidio y los pensamientos suicidas han ido en
aumento, lo que podría agravar aún más esta problemática.
De acuerdo con estudios realizados en países con altos niveles socioeconómicos, los
principales factores que influyen en las conductas suicidas son: la experiencia de violencia,
problemas de salud mental en el hogar (como intentos de suicidio, adicción a drogas o divorcios),
bajos niveles socioeconómicos, bajo rendimiento escolar y discriminación. No obstante, surge la
pregunta: ¿afectan estos factores de igual manera en México? Además, en estos países, es más
accesible recibir tratamiento de salud mental y atención post-intento, sin importar el nivel
económico, mientras que en México, estos servicios son limitados y costosos. Esto podría hacer que
las personas sean más vulnerables al suicidio como última alternativa.
En 2021, se realizó una encuesta en escuelas secundarias públicas de 20 de los 32 estados
de México, abarcando diversas áreas geográficas, económicas, naturales y culturales. El estudio
evaluó la relación entre problemas de salud mental, experiencias adversas en la infancia (como
violencia doméstica, abuso sexual o familiares con problemas de adicciones) y la tendencia suicida
(autolesiones, intentos de suicidio o pensamientos suicidas). Los resultados indicaron que los
principales predictores de conductas suicidas en adolescentes mexicanos son: problemas de conducta,
síntomas depresivos, trastornos obsesivo-compulsivos y problemas físicos. Se observó que cuanto más
factores de este tipo experimenta una persona, mayor es el riesgo de suicidio.
A diferencia de lo que sucede en otros países, en México no se encontró una relación
significativa entre las experiencias adversas en la infancia y las conductas suicidas. Se deduce que
esto podría deberse al apoyo que brindan las familias y comunidades, que genera una red de
contención emocional para los adolescentes. Este tipo de apoyo no es tan común en países con mayores
niveles socioeconómicos.
También es importante considerar otros factores, como la personalidad de cada individuo,
que podrían influir en las conductas suicidas. No obstante, si las personas cuentan con herramientas
para enfrentar las situaciones difíciles y gestionar sus emociones, el riesgo de suicidio disminuye
considerablemente. Por ello, es crucial identificar estos factores en los adolescentes mexicanos
para prevenir intentos de suicidio y brindar apoyo a quienes ya han experimentado pensamientos o
intentos suicidas. Esto es especialmente importante para evitar que los adolescentes lleven a cabo
el acto en la adultez, lo cual es común por la falta de seguimiento y atención post-intento.
Como personas cercanas, aunque no seamos profesionales, podemos ofrecer una red de apoyo.
No debemos dejar sola a una persona que esté atravesando una crisis, y no podemos depender
únicamente del sistema de salud, que actualmente no es el más eficiente en el país.
Es necesario concientizar sobre el suicidio en México y dejar de verlo como un tema tabú.
Debemos reconocerlo como un problema real que puede afectar a cualquier persona. Cuanto más
informada esté la población sobre este tema, será más fácil intervenir de manera temprana,
identificar factores de riesgo y, en última instancia, salvar vidas. Es crucial dejar de pensar que
"esto no le puede pasar a alguien cercano"; es mejor estar atentos a las señales y actuar a tiempo.
Aunque aún se necesitan más estudios en América Latina, es vital que la sociedad mexicana tome este
tema con la seriedad que merece, especialmente considerando que los adolescentes son la población de
mayor riesgo, ya que muchas veces no ven salidas a sus problemas.
El suicidio, los pensamientos suicidas y las conductas suicidas no desaparecen si los
ignoramos. Es fundamental que estos temas se integren conscientemente en el sistema de salud. Como
sociedad, debemos educarnos y brindar apoyo a las personas vulnerables, sin juzgar.
Referencias