El impacto de El Chamizal en la sociedad juarense.
Mtro. Erasto López López
Resumen.
El parque público conocido como El Chamizal, representa icono para la región fronteriza, donde juarenses y paseños, así como visitantes de otros lares, se disponen a disfrutar de uno de los pocos puntos verdes de la localidad. Durante décadas, este espacio público ha sido el cuadrilátero para la disputa en la construcción de un Centro de Exposiciones y Convenciones. Sin embargo, asociaciones de la sociedad civil, así como instituciones del gobierno federal y municipal, han puesto resistencia a la idea de los empresarios. Aunque pareciera que El Chamizal es de todos los juarenses, en muchas ocasiones diferentes eventos generan las condiciones para aparentar como si fuera algo privado, ocasionando, por parte de los asistentes, maltrato, descuido y contaminación. ¿Cuáles son las implicaciones sociales que conllevaría la privatización de El Chamizal?
Introducción
Es evidente que El Chamizal es un espacio que representa mucho más que una simple extensión de área
verde
en el corazón de Ciudad Juárez. Con una superficie que se extiende por más de 40 hectáreas, este
parque
no es solo un pulmón en medio de un paisaje urbano en constante desarrollo, sino también un símbolo
de
paz y cooperación internacional. El Chamizal, cuyo nombre ha llegado a ser sinónimo de cultura,
historia
y comunidad, se erige como un testamento al espíritu resiliente y al complejo entramado social de
Ciudad
Juárez.
Nacido como resultado de una solución diplomática entre México y Estados Unidos para
resolver
un largo litigio internacional, el Parque Chamizal simboliza un triunfo en la diplomacia y las
relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos. Pero, más allá de ser un referente a la paz
internacional, también es un escenario donde la vida de los juarenses y visitantes de todas las
edades
transcurre día con día: niños que corretean por sus áreas de juego, jóvenes practicando deportes,
familias celebrando ocasiones especiales, artistas y músicos que hallan en sus espacios abiertos un
foro
para expresar su arte.
Este artículo explorará la importancia del Parque Chamizal, abordando no solo su relevancia
histórica y política, sino también su rol como núcleo cultural y social que contribuye a definir la
identidad de Ciudad Juárez. A través de una lente analítica, examinaremos cómo este espacio público
se
ha convertido en una pieza esencial en el rompecabezas que compone el alma de esta vibrante ciudad
fronteriza.
Subsección 1: Contexto histórico de El Chamizal
Ampliamente conocido como el "pulmón verde" de Ciudad Juárez, el Parque Nacional El Chamizal tiene un
valor emblemático no solo para la ciudad sino también para el Estado en su conjunto. Los fundamentos
históricos de este espacio verde se remontan a 1848 con la firma de los Tratados de
Guadalupe-Hidalgo
entre México y Estados Unidos. Estos acuerdos establecían fronteras bien definidas, utilizando el
Río
Bravo como una barrera natural que demarcaba los límites entre Texas, en el lado estadounidense, y
los
estados mexicanos de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas.
Sin embargo, la naturaleza tenía otros planes. En 1864, un evento catastrófico en forma de
una
inundación masiva alteró el curso del Río Bravo. Este cambio hidrológico movió el cauce del río
varios
metros hacia el sur, dando origen a lo que hoy se conoce como los "Hoyos de El Chamizal." Este
fenómeno
natural no solo modificó la geografía, sino que también reconfiguró los límites políticos y sociales
de
la región.
Originalmente, los terrenos que ahora forman parte de El Chamizal pertenecían a un hombre
llamado Pedro García. Este presentó una solicitud al gobierno de Estados Unidos para reclamar su
propiedad, pero su petición fue desestimada. Poco después, ciudadanos estadounidenses empezaron a
ocupar
los terrenos de García. Una segunda inundación en 1897 exacerbó la situación al mover la "Isla de
Córdova" hacia el lado estadounidense. Esta circunstancia captó la atención del gobierno mexicano,
que
instó a Estados Unidos a devolver tanto la Isla de Córdova como los terrenos de El Chamizal.
La disputa llegó a un árbitro canadiense, Eugene Lafleur, quien en 1911 falló a favor de
México. Sin embargo, Estados Unidos no acató el fallo. En ese momento, México estaba sumido en su
guerra
de revolución, por lo que no se insistió más en el asunto territorial en disputa. No fue sino hasta
el
29 de agosto de 1963 que los presidentes Adolfo López Mateos y John F. Kennedy retomaron las
conversaciones sobre El Chamizal.
Tras varios meses de análisis y negociación, se acordó devolver a México las 177 hectáreas
perdidas, sin embargo, el proceso no sería fácil. Había que reubicar a los residentes que habían
ocupado
el área ilegalmente. Para mitigar el impacto, se acordó compensar económicamente a los casi 5,000
afectados mediante un fondo financiado por ambos gobiernos. Adicionalmente, como parte del acuerdo,
se
construyó un canal de desagüe, conocido hoy como "Canal Franklin", para evitar futuras disputas
fronterizas causadas por cambios naturales en el curso del río.
El acuerdo final dividió el área de la Isla de Córdova en partes iguales: 78 hectáreas para
cada país. Además, Estados Unidos accedió a ceder a México 107 hectáreas adicionales como forma de
compensación. Este arreglo representó un complejo, pero exitoso ejercicio de diplomacia y
colaboración
bilateral.
En septiembre de 1964, se llevó a cabo un acto simbólico en el que el presidente de Estados
Unidos, Lyndon B. Johnson, devolvió formalmente El Chamizal a México. El presidente mexicano de
aquel
entonces, Adolfo López Mateos, fue quien recibió el terreno en representación de su país. Fue en
octubre
de 1967 cuando la transferencia física de las áreas acordadas se materializó, marcando el fin de un
litigio internacional que se había prolongado durante más de un siglo.
Este hecho histórico tiene la distinción de ser la única instancia en que Estados Unidos ha
devuelto territorio a otra nación de manera pacífica. El evento no solo cerró un capítulo en las
relaciones bilaterales entre México y Estados Unidos, sino que también sirvió como un modelo
ejemplar de
resolución de conflictos territoriales a nivel internacional. Destaca la habilidad diplomática de
ambas
naciones para resolver una cuestión tan delicada y largamente postergada mediante el diálogo y el
consenso, en lugar de recurrir a medios más conflictivos. [1]
Subsección 2: El impacto positivo de las áreas verdes
La vida urbana moderna que se vive en Ciudad Juárez está saturada de horarios, tráfico y, a menudo, una mala calidad del aire. En este entorno frenético, los espacios públicos abiertos como plazas, jardines y sobre todo el Parque El Chamizal adquieren una importancia cada vez mayor. Lejos de ser un lujo o una simple característica estética de la ciudad, El Chamizal ofrece beneficios sociales tangibles que contribuyen a mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Por ello, es importante hacer hincapié en el papel esencial que desempeñan los espacios verdes, como El Chamizal, en la mejora del bienestar social, la salud y la cohesión comunitaria, como se puntualiza a continuación:
Dado lo anterior, podemos decir que, en el agitado contexto urbano de Ciudad Juárez, espacios como El Chamizal son mucho más que simples zonas de recreo; representan una infraestructura social y ambiental esencial que contribuye significativamente al bienestar de la comunidad. Estos espacios funcionan como oasis de salud mental en un mar de estrés, facilitan la actividad física para combatir enfermedades crónicas, fomentan la cohesión social y la inclusión democrática, elevan la conciencia ecológica y actúan como pulmones urbanos que mejoran la calidad del aire. Por lo tanto, la preservación y expansión de espacios públicos verdes deben ser una prioridad para cualquier agenda pública y también privada de desarrollo urbano sostenible.
Subsección 3: La privatización de El Chamizal
Como ya se afirmó, los parques públicos han sido desde siempre una institución vital para las
comunidades
a las que sirven. Funcionan como espacios de recreación, ejercicio y socialización, además de ser
refugios para la biodiversidad y fuentes de servicios ecosistémicos. En una Ciudad Juárez cada vez
más
urbanizada y comercializada, El Chamizal está siendo amenazado por intereses privados que buscan
aprovecharse de su valor inmobiliario para fines comerciales o industriales. Aunque estas
actividades
podrían generar ganancias económicas inmediatas, los costos a largo plazo para la sociedad, el medio
ambiente y las generaciones futuras son incalculables.
De acuerdo con algunas investigaciones periodísticas varias gestiones del gobierno municipal
de
Ciudad Juárez han transferido más del 30% del espacio original del parque El Chamizal a terceros,
bajo
acuerdos conocidos como comodatos. Esto se hizo sin establecer un organismo supervisor, una omisión
que
contradice el decreto federal que rige dicho parque, considerado un patrimonio nacional de México.
Grupos cívicos y legales afirman que estas transferencias se realizaron de manera no conforme a la
ley y
en desacuerdo con el gobierno federal. (Villegas, 2022) Es decir, estas transferencias han sucedido
sin
la debida supervisión de un órgano compuesto por representantes de diferentes niveles de gobierno y
sectores de la comunidad, tal como lo estipula la normativa para la administración y cuidado del
espacio.
La última gran disputa que se tuvo por los terrenos de El Chamizal fue en marzo de 2022,
cuando
alrededor de 100 empresarios juarenses y paseños, dentro de los que destacaron Alejandra De La Vega,
Carlos Murguía Chávez, Miguel Zaragoza Fuentes y Pablo Cuarón, mencionaron su intención en construir
un
Centro de Exposiciones y Convenciones en los terrenos conocidos como “Hoyos de El Chamizal”,
concretamente en el Corredor Bertha Chiu, Sin embargo, tanto el Municipio de Juárez y la Secretaría
de
Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), suspendieron las actividades de remoción de escombro
y
aplanamiento de terreno, hasta no realizar una valoración ecológica del proyecto. Al final, la
SEMARNAT
determinó que la los “Hoyos de El Chamizal” son llanuras de inundación y que están sujetas a
inundaciones provocadas por las lluvias y posibles desbordamientos del Río Bravo, por lo tanto, es
importante mantenerlos tal y como están a fin de preservar la seguridad ambiental.
Pese a que las actividades para la construcción de un Centro de Convenciones en el área de
El
Chamizal están pausadas, es dable mencionar el impacto poblacional, las consecuencias ambientales y
las
repercusiones para futuras generaciones, el que se privatizara un espacio verde tan importante como
El
Chamizal.
La privatización de El Chamizal afectaría a la población juarense, ya que los parques
públicos
son espacios democráticos por excelencia, accesibles a todos sin importar su condición
socioeconómica.
Convertir estos espacios en zonas comerciales o industriales excluiría a algunos grupos de la
sociedad,
especialmente a aquellos que no pueden pagar por acceder a instalaciones privadas. Este fenómeno
agravaría aún más las desigualdades sociales existentes en nuestra región. Aunado a lo anterior, El
Chamizal ofrece un respiro necesario de la vida urbana, un lugar donde las personas pueden disfrutar
del
aire libre, realizar actividad física y experimentar un sentido de comunidad. La privatización
restringiría severamente estos beneficios, lo que podría tener consecuencias negativas para la salud
física y mental de la población, como ya se estableció anteriormente.
El impacto ambiental de privatizar El Chamizal es igualmente preocupante. Los parques
funcionan
como pulmones urbanos que capturan dióxido de carbono, producen oxígeno y sirven como sistemas de
control de inundaciones. Al ser degradados en áreas comerciales, estos beneficios se perderían.
Además,
la demolición de áreas verdes y la construcción en su lugar contribuirían al calentamiento ambiental
de
la región y a la pérdida de biodiversidad, dos de las crisis ambientales más urgentes en estos
tiempos.
Debemos considerar las implicaciones a largo plazo para las generaciones futuras. Los
espacios
públicos El Chamizal representan un legado que dejamos para los que vendrán después de nosotros.
Lugares
como este son fundamentales, no solo como áreas de juego para nuestros infantes, sino como
educadores
ambientales. Cuando un niño interactúa con la naturaleza en un parque, aprende a valorar y a cuidar
el
mundo natural, un valor incalculable para el futuro del planeta.[7]
A manera de conclusión.
Antes de finalizar, creo que es importante hacer alusión a la responsabilidad que tienen los
juarenses
hacia su espacio verde. Si bien parece que, por el momento el parque El Chamizal está a salvo de la
construcción de una infraestructura como un Centro de Convenciones, este no está libre del maltrato
que
recibe cotidianamente por parte de la población, el abandono y descuido por parte de los juarenses
han
convertido este tesoro local en una sombra de lo que una vez fue.
El cuidado y mantenimiento de El Chamizal no debe ser una tarea que, asumida únicamente por
las
autoridades municipales, por lo tanto, la responsabilidad de los juarenses en este ámbito no solo es
deseable, sino esencial para la preservación y mejora de este espacio público que ofrecen
innumerables
beneficios a la ciudad. Posiblemente sea a través de la vigilancia, el mantenimiento, la educación y
el
activismo, que los juarenses pueden jugar un rol decisivo en la construcción de un ambiente más
saludable, seguro y habitable. En este sentido, es sabido que cuando una comunidad colabora en el
mantenimiento de sus espacios públicos son más propensos a involucrarse en otras actividades
comunitarias o políticas, reforzando así la cohesión social y la democracia participativa.
Referencias