Protección de los derechos humanos y políticas públicas dirigidas a las
personas repatriadas en Ciudad Juárez
Dr. Jorge Antonio Breceda Pérez / Universidad Autónoma de Ciudad
Juárez
Resumen
La repatriación es un fenómeno global que afecta a millones de personas en todo el mundo. Ciudad Juárez se ha convertido en un importante punto de tránsito para muchos repatriados mexicanos. El respeto y la protección de sus derechos humanos en este proceso es vital. Este artículo revisa el contexto en el que ocurre la repatriación en Ciudad Juárez, los desafíos específicos que enfrentan los repatriados y el impacto más amplio de estos eventos en la sociedad mexicana.
Introducción
Durante el periodo de 2016 a julio de 2023, se registraron en el territorio de la República Mexicana
cerca de 1 millón 547 mil 750 procedimientos administrativos y judiciales relacionados con la
repatriación. Del total, el estado de Chihuahua reportó 104,058 procesos, de los cuales 76,469
correspondieron a Ciudad Juárez y se realizaron principalmente en los pasos internacionales de Paso del
Norte y Zaragoza [1].
En los últimos ocho años, múltiples factores, incluidas las crisis económicas en México y
Estados Unidos, las políticas de seguridad del gobierno estadounidense bajo la administración Trump y la
crisis de Covid-19, han cambiado la dinámica de la migración. Al mismo tiempo, se endurecieron las
políticas migratorias restrictivas y México negoció acuerdos comerciales bilaterales con Estados Unidos,
como el T-MEC, y abogó por una repatriación segura y ordenada.
De particular interés es el “Memorando de Entendimiento entre la Secretaría de Gobernación de
los Estados Unidos Mexicanos y el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América
para la Repatriación de Mexicanos”, firmado en 2004 y sujeto a actualización según las necesidades. y
cambiar la dinámica de repatriación.
En este contexto, en Ciudad Juárez se impulsaron medidas públicas encaminadas a brindar apoyo y
protección a la población repatriada. Estas directrices tienen como objetivo brindar asistencia
inmediata a través de centros especializados, promover relaciones laborales con empresas locales,
brindar apoyo psicológico y emocional y trabajar estrechamente con organizaciones no gubernamentales
para brindar asesoramiento legal y alojamiento temporal. Además, se lanzaron campañas para combatir el
estigma social asociado a la repatriación y se promovió la cooperación con otros estados mexicanos.
A nivel de derechos humanos, a las personas repatriadas se les garantizan derechos básicos como
identidad, educación, salud, no discriminación, trabajo, seguridad, acceso a la justicia y unidad
familiar. Todos ellos están sustentados no sólo en la legislación nacional, sino también en tratados
internacionales ratificados por México, como la Declaración Universal de Derechos Humanos y otros pactos
y convenciones. Es importante que estos estándares internacionales se integren adecuadamente en las
leyes nacionales para garantizar la protección plena y efectiva de los derechos de las personas
retornadas a México.
Subsección 1: Contexto Histórico y Sociodemográfico de la Repatriación en Ciudad Juárez
Ubicada en la frontera norte de México, Ciudad Juárez se presenta al mundo con una singularidad
geográfica que la ha convertido en un núcleo de migración durante décadas. Esta ciudad ha sido testigo y
protagonista de incesantes flujos migratorios, lo que la convierte en un laboratorio vivo para estudiar
los movimientos de personas entre naciones, los desafíos que plantean y las historias humanas que se
entrelazan.
La historia de la repatriación en México, y particularmente en Ciudad Juárez, es extensa y
compleja. Desde programas bilaterales destinados a regular el flujo de mano de obra hasta deportaciones
masivas impulsadas por políticas más restrictivas, Ciudad Juárez fue el principal teatro de estos
movimientos.
A lo largo de los años, diversas circunstancias internas y externas han influido en la dinámica
migratoria de esta región. Acuerdos, tratados, crisis económicas y decisiones políticas han dejado su
huella en el suelo juarense y han marcado el perfil de quienes pasan por esta ciudad. Aunque los motivos
y circunstancias son diferentes, hay una constante en esta historia: la humanidad de quienes participan
en este proceso.
Por un lado, están aquellos que, por necesidad, esperanza o simplemente deseo de mejorar,
traspasan los límites en busca de oportunidades. Por otro lado, están quienes regresan a México después
de años, décadas o incluso toda una vida en el extranjero, ya sea por elección propia o por fuerzas
fuera de su control.
Para comprender mejor este fenómeno, es importante analizar los estudios teóricos que abordan
la repatriación desde diferentes perspectivas. Brettell y Hollifield [2], por ejemplo, introducen una
dicotomía clave en la repatriación: la naturaleza voluntaria versus involuntaria del retorno.
Para muchos, la decisión de regresar se toma de forma independiente, motivada por el deseo de
reunirse con su familia, aprovechar oportunidades económicas o simplemente regresar a sus raíces. Para
otros, regresar es una imposición, una decisión de un tercero que cambia drásticamente el rumbo de sus
vidas. Dentro de este amplio abanico de experiencias, Cerase [3] y Gmelch [4] han categorizado las
diferentes motivaciones y circunstancias que llevan a una persona a regresar.
Algunos migrantes regresan a sus lugares de origen por nostalgia u oportunidades económicas.
Otros regresan con la esperanza de beneficiarse de las habilidades y experiencia adquiridas en el
extranjero. Independientemente de los motivos, el regreso es solo el comienzo de un nuevo capítulo. En
muchos casos, la reintegración es uno de los desafíos más complejos de la repatriación.
En este sentido, Cassarino [5], expone que aquellos migrantes que están mejor preparados para
el retorno tienen mayores posibilidades de reintegrarse exitosamente a sus comunidades de origen. Sin
embargo, la adaptación cultural, la reintegración al mercado laboral y la reconstrucción de las redes
sociales no son tareas fáciles. Black y Gent [6] profundizan en estos desafíos, particularmente en el
contexto de la migración forzada, y discuten la relación inherente entre repatriación y desarrollo. Al
hacerlo, señalan que el retorno sostenible es esencial para garantizar que los retornados puedan
contribuir al crecimiento de sus comunidades.
Por último, pero no menos importante, es importante resaltar el papel de organizaciones como la
Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que trabajan incansablemente para garantizar que
los retornos se lleven a cabo respetando la dignidad y seguridad de los migrantes. Estos esfuerzos
subrayan una comprensión más amplia y humanitaria del proceso de repatriación, reconociendo que no es
sólo un acto administrativo o logístico, sino una cuestión profundamente humana [7].
Subsección 2: Políticas Públicas para las Personas Repatriadas en Ciudad Juárez
En los últimos ocho años, la dinámica migratoria ha experimentado cambios significativos. Estos cambios
se deben, entre otras cosas, a los efectos de la crisis económica en México y Estados Unidos, el
fortalecimiento de los protocolos de seguridad por parte del gobierno de Donald Trump en Estados Unidos
y la crisis del COVID-19.
Al mismo tiempo, se endurecieron las políticas migratorias restrictivas y México consolidó
acuerdos comerciales bilaterales con su vecino del norte, como el T-MEC, así como acuerdos para una
repatriación segura y ordenada.
El acuerdo más reconocido y citado es el “Memorando de Entendimiento entre la Secretaría de
Gobernación de los Estados Unidos Mexicanos y el Departamento de Seguridad Nacional de los Estados
Unidos para la Repatriación de Mexicanos”, firmado en 2004. Desde entonces, este Memorando de
Entendimiento ha sido revisado y actualizado varias veces para reflejar la dinámica cambiante y los
requisitos de repatriación.
En este contexto, los Centros de Atención a Retornados (CARE) resultan ser bastiones de
esperanza para los repatriados. En estos centros, las experiencias de encarcelamiento en Estados Unidos
cumplen con la expectativa de renacimiento en México. Estas personas, muchas de las cuales llegan con lo
estrictamente necesario, encuentran en CARE un espacio inicial para la recuperación.
Se les ofrece comida, ropa, atención médica y consejos importantes sobre cómo afrontar su nueva
realidad. Sin embargo, CARE enfrenta sus propios desafíos. Dada la imprevisibilidad de los flujos
migratorios, la capacidad, la escala y la continuidad de la atención representan desafíos continuos.
Más allá del apoyo inmediato, la reintegración al tejido socioeconómico local es esencial. El
gobierno local ha reconocido esta necesidad y ha promovido programas de trabajo para los retornados.
Pero la adaptación no es fácil. Los retornados a menudo enfrentan el estigma, la adaptación a nuevos
roles y el desafío de equilibrar las habilidades y la educación adquiridas en el extranjero. Las
cicatrices emocionales de la regresión son profundas.
Las experiencias traumáticas de la detención y la deportación dejan consecuencias psicológicas.
En este contexto, la ciudad ha implementado programas de apoyo psicosocial junto con ONG, pero enfrenta
desafíos en términos de cobertura y especialización.
En el sector educativo se han realizado esfuerzos para garantizar que los retornados,
especialmente los jóvenes, continúen sus estudios en México. Sin embargo, persisten obstáculos, como la
homologación de carreras y la adaptación a un nuevo sistema educativo. Aunque Ciudad Juárez ha actuado
de manera proactiva, la comparación con otras ciudades fronterizas muestra que cada una adopta un
enfoque único.
Lo que diferencia a Juárez es su énfasis en la reintegración social y económica. Esta
perspectiva integral entiende que la repatriación es más que solo logística, ya que es una transición
humanitaria que requiere apoyos diversos. Los albergues y las ONG son muy importantes en este escenario.
Aunque a menudo operan con recursos limitados, son el primer punto de contacto que brinda apoyo
a muchos repatriados, brindando asistencia legal, apoyo psicológico y, en muchos casos, una comunidad
receptiva. Si bien estas organizaciones han realizado un trabajo duro e invaluable, la alineación con la
política gubernamental puede ser irregular. Una colaboración más estrecha con los gobiernos locales
aumentará el impacto positivo en las vidas de los retornados.
Subsección 3: Desafíos y Consecuencias en la Protección de los Derechos Humanos
La repatriación de migrantes, particularmente desde la frontera entre Estados Unidos y México, presenta
importantes desafíos, consecuencias y cuestiones clave de derechos humanos. Cualquiera que cruce la
frontera en busca de un futuro mejor debe enfrentarse a situaciones traumatizantes en caso de ser
deportado.
En este contexto, la protección de los derechos humanos no es sólo un ideal, sino también una
obligación moral y jurídica. Estas migraciones cuentan historias de personas en busca de un sueño, ya
sea huyendo de la violencia, la pobreza o la persecución. Sin embargo, este sueño suele verse
interrumpido. Las deportaciones afectan a personas que han establecido vínculos en su país de adopción
y, por tanto, están separadas de sus familias y comunidades. Cuando regresan a México, estos retornados
enfrentan grandes desafíos.
Es posible mencionar que muchas personas se sienten extraños en su propio país y experimentan
una estigmatización relacionada con su pasado migratorio. Esta discriminación, así como la falta de
oportunidades y redes de apoyo, aumenta su vulnerabilidad.
El desafío va más allá de la reintegración social y económica y se centra en garantizar
derechos humanos básicos como la dignidad, la no discriminación, el acceso a los servicios y la
reunificación familiar. Estos derechos, consagrados en tratados internacionales, brindan orientación
para comprender y superar las dificultades de los repatriados. Sin embargo, está claro que la protección
de estos derechos durante la repatriación y la reintegración suele ser insuficiente.
Las separaciones familiares, las detenciones arbitrarias y la falta de servicios básicos
indican violaciones de estos derechos. México debe tomar medidas proactivas para proteger los derechos
de sus ciudadanos repatriados centrando sus esfuerzos en las historias individuales detrás de cada caso.
La colaboración con organizaciones no gubernamentales y organizaciones de la sociedad civil es
fundamental. Estas instituciones, con su compromiso con los derechos humanos, pueden desempeñar un papel
vital en el proceso de reintegración de los retornados ofreciendo servicios, asesoramiento y apoyo.
La repatriación es más que sólo políticas y procedimientos; Esta es una cuestión de humanidad y
dignidad. La protección de los derechos humanos en este contexto es esencial para una repatriación
justa. Ciudad Juárez, Chihuahua, ubicada en la frontera, está en el centro de estas dinámicas
relacionadas con temas de derechos humanos.
Es importante recordar que los derechos humanos se basan en el hecho de que todas las personas
merecen igualdad, dignidad y respeto. Quienes regresan a Ciudad Juárez pueden encontrar estos derechos
amenazados de diversas maneras, incluida la discriminación, la dificultad para acceder al trabajo, la
separación familiar y las barreras educativas.
Además, pueden enfrentar problemas de salud mental, exacerbados por la falta de servicios
adecuados. Ciudad Juárez, con su contexto histórico y sociopolítico, es escenario de muchas otras
violaciones de derechos humanos. A pesar de los desafíos, la comunidad de Juárez se destaca por su
resiliencia y solidaridad.
Organizaciones y grupos civiles se han convertido en defensores de los derechos humanos en la
región. Es esencial que el gobierno, en todos los niveles, apoye estos esfuerzos, diseñando políticas
que se centren en los derechos humanos y prioricen el bienestar de los retornados y de todos los
residentes juarenses.
Conclusión
La situación de repatriación en Ciudad Juárez, uno de los principales puntos de retorno de los migrantes
mexicanos, muestra profundas preocupaciones sobre la protección y promoción de los derechos humanos.
Esta es una prueba irrefutable de que el fenómeno de la migración no puede entenderse únicamente
desde un punto de vista económico, político o demográfico, sino fundamentalmente desde el punto de vista
de los derechos humanos.
Quienes regresan, voluntaria o involuntariamente, traen consigo historias de esfuerzo,
aspiraciones y en muchos casos traumas relacionados con su experiencia migratoria.
Estas historias son un llamado a reflexionar sobre cómo se tratan los derechos fundamentales de
estas personas. En primer lugar, la dignidad intrínseca de cada ser humano no debería verse comprometida
por su estatus migratorio.
El derecho a ser tratado con respeto significa que los repatriados no deben ser sometidos a un trato
degradante o discriminatorio.
Sin embargo, está claro que muchos de ellos enfrentan discriminación y prejuicios cuando
regresan a su tierra natal. Esta discriminación puede crear obstáculos que les impidan acceder a
oportunidades laborales, educativas y sociales, violando así sus derechos.
Además, la reintegración de estas personas a la sociedad mexicana no debe entenderse simplemente
como una cuestión de proporcionarles un lugar físico para vivir. Se trata de garantizar el acceso a
servicios de salud, oportunidades de empleo estable, educación y sobre todo una aceptación social que
les permita recuperar la confianza en sí mismos y en las comunidades a las que regresan.
La separación familiar que experimentan muchos repatriados es una cuestión de profunda
preocupación desde la perspectiva de los derechos humanos. El derecho a la familia es uno de los pilares
fundamentales de cualquier sociedad y cuando rompemos estos vínculos violamos los derechos fundamentales
de niños, adolescentes y adultos.
Cuando se trata de educación, es fundamental reconocer y validar las experiencias y
conocimientos que los repatriados han adquirido en el extranjero. No hacerlo constituye una violación de
su derecho a la educación y al reconocimiento de sus capacidades y destrezas.
Es evidente que, en el contexto de la repatriación, la salud mental se convierte en un área que
merece especial atención.
El trauma, la pérdida de raíces, los sentimientos de pérdida y la incertidumbre sobre el futuro
pueden provocar condiciones como depresión, ansiedad o estrés postraumático.
No abordar estas cuestiones significa privar a los retornados de su derecho a la atención sanitaria.
Es importante enfatizar la necesidad de un enfoque múltiple para proteger los derechos humanos.
No todos los retornados lo viven de la misma manera. Las mujeres, los niños, los ancianos o las personas
de comunidades indígenas o LGBTQ+ pueden enfrentar desafíos específicos y adicionales. El papel de la
sociedad civil y las ONG es muy importante en este contexto.
Estas entidades pueden ser las voces de quienes a veces se sienten silenciados. También pueden
brindar apoyo, asesoramiento y acompañamiento durante el proceso de reintegración, garantizando que los
derechos humanos sean siempre la base de cualquier intervención.
En definitiva, es fundamental que la sociedad en su conjunto comprenda que el respeto de los
derechos humanos no es una cuestión negociable ni un lujo. Es una obligación y un compromiso ineludible.
La repatriación a Ciudad Juárez muestra claramente que aún queda mucho trabajo por hacer en este ámbito.
Sin embargo, al reconocer y abordar estas vulnerabilidades desde una perspectiva de derechos
humanos, hay esperanza de construir un futuro más justo y digno para todos. La situación de los
retornados que transitan por Ciudad Juárez resalta la urgente necesidad de proteger y promover los
derechos humanos en la frontera.
Estas personas, a menudo en situaciones de extrema vulnerabilidad, necesitan un apoyo integral
no sólo para abordar sus necesidades inmediatas sino también para su reintegración a largo plazo a la
sociedad mexicana. Las historias y experiencias de los repatriados son un poderoso recordatorio de la
importancia de abordar las cuestiones migratorias con empatía, comprensión y respeto por la dignidad
humana.
III. Bibliografía