¿Litio o Zinc? La batalla por el futuro de las baterías para el
transporte eléctrico
Mtro. Jorge Alejandro
Arredondo Espínola
Centro de Investigación en Materiales Avanzados S.C.
Dr. Walter Noé Velázquez
Arjona
Centro de Investigación en Materiales Avanzados S.C.
Resumen
Las baterías de zinc-aire se perfilan como una alternativa prometedora a las baterías de litio que hoy dominan celulares y vehículos eléctricos. Ofrecen alta densidad energética (pueden almacenar mucha energía en poco espacio), buena seguridad, baja toxicidad y menor costo, lo que las hace atractivas para dispositivos móviles y para la electromovilidad, es decir, el uso de vehículos impulsados por electricidad. Sin embargo, al necesitar oxígeno del ambiente para funcionar, surgen dudas sobre su desempeño en lugares con poco oxígeno y en condiciones de frío o calor extremos. En este artículo se compara el potencial de estas baterías de zinc-aire, consideradas una tecnología emergente, con los sistemas de ion-litio ya optimizados, a partir de resultados obtenidos por el grupo de investigación Nanomat-Lab. Además, se analizan retos ambientales, sociales y económicos, como el impacto de la extracción de materiales o las condiciones de trabajo en las minas, y se discuten posibles soluciones que podrían hacer de estas baterías una opción más justa y sustentable para el futuro del transporte eléctrico.La era del litio y sus límites
El avance tecnológico en los dispositivos electrónicos inteligentes ha traído como resultado un
aumento en la demanda de sistemas de almacenamiento de energía, con una proyección de incremento del
40 % anual a partir de 2025 [1]. El litio se caracteriza por ser un material que permite obtener una
alta capacidad de almacenamiento energético; esta es la principal razón por la que los sistemas de
ion-litio han cobrado gran relevancia desde su invención. En 2019 se reconoció a John B. Goodenough,
Akira Yoshino y M. Stanley Whittingham con el Premio Nobel de Química por la creación de las
baterías de iones de litio, lo que remarca la importancia de esta tecnología.
Sin embargo, entre más inteligente, autónomo y con mayor número de aplicaciones sea un
dispositivo electrónico, un vehículo eléctrico o una tecnología portátil (celulares, laptops,
relojes, etc.), más energía requerirá para su funcionamiento. Esa demanda ya supera las capacidades
actuales de almacenamiento de las baterías de iones de litio, lo que plantea nuevos retos y obliga a
buscar alternativas para abastecer las necesidades energéticas. Además, estas nuevas alternativas no
solo deben ofrecer una mayor capacidad de almacenamiento, sino también cumplir criterios
medioambientales: ser menos contaminantes que la tecnología actual, facilitar el reciclaje al no
contener elementos altamente tóxicos, reducir la huella de carbono de su producción y garantizar
cadenas de suministro que no se basen en la sobreexplotación laboral ni en zonas de conflicto por
recursos, entre otros aspectos.
Nuevas tecnologías de almacenamiento
Existen diversas alternativas a la tecnología actual de baterías recargables de iones de litio. Una
de ellas consiste en seguir utilizando litio, pero en sistemas prometedores como las baterías
litio-azufre (Li-S) o litio-aire (Li-aire). Otra vía son las tecnologías recargables libres de
litio. En este último grupo se encuentran las baterías metal-aire, como las de aluminio-aire,
magnesio-aire y zinc-aire (ZABs, por sus siglas en inglés, zinc-air batteries). Estas se
caracterizan por ser más económicas que los sistemas de litio, ser recargables y ofrecer una
capacidad de almacenamiento energético hasta cinco veces mayor que las baterías de ion-litio (Figura
1) [2].
En la Figura 1 se muestra una representación de un sistema de almacenamiento muy
desarrollado (ion-litio), comparado con un sistema emergente (ZABs). Se resaltan los diseños y el
mecanismo de funcionamiento de ambos sistemas. Dado que los dispositivos tecnológicos actuales han
sido diseñados alrededor de las baterías de iones de litio, la aplicación de las ZABs en
dispositivos portátiles requiere un rediseño. En cambio, en sistemas estacionarios que necesitan
grandes cantidades de energía no es necesario modificar tanto la tecnología, por lo que el respaldo
de energía para casas, módulos de almacenamiento de vehículos eléctricos terrestres, aéreos y
acuáticos [3] es uno de los usos más prometedores.
Las mejoras en capacidad de almacenamiento que presentan las ZABs frente a los sistemas de
iones de
litio se deben principalmente a que emplean reacciones del oxígeno para oxidar el zinc. Por ello se
consideran sistemas con un “cátodo infinito”: mientras haya oxígeno disponible en el ambiente, estas
baterías funcionarán hasta oxidar todo el zinc presente en el sistema.

Figura 1. Esquema representativo de diferentes sistemas de almacenamiento energético con potencial para la electromovilidad. Baterías con alto grado de desarrollo (ion-litio) frente a baterías emergentes ecoamigables (zinc-aire).
Impacto ambiental y seguridad del litio y del zinc
Otro aspecto clave para la aplicación y masificación de estas tecnologías es la seguridad, el impacto
ambiental y la disposición de residuos al término de su vida útil. Para la extracción de litio se
requieren alrededor de 2000 toneladas de agua por cada tonelada de materia prima extraída (Li₂CO₃)
[4]. Por otro lado, debido a la baja estabilidad de las baterías de litio en presencia de humedad,
este metal puede reaccionar violentamente, incluso provocar explosiones, y su reciclaje en Estados
Unidos se limita a solo 2–5 % [5].
Las ZABs se consideran una tecnología más sustentable y amigable con el ambiente que el
litio. Existen métodos de extracción de zinc mediante “minería verde” que gestionan de forma
integral el uso de materiales, agua y energía. Además, las ZABs son sistemas seguros que permiten
reciclar el zinc empleado para su uso en la industria agrícola, médica, siderúrgica, química y del
caucho [6]. Actualmente, alrededor del 35 % del zinc producido proviene del reciclaje. Puede parecer
un porcentaje relativamente bajo; sin embargo, esto no se debe a un desinterés en su recuperación,
sino a la larga vida útil de muchos productos que contienen zinc [7].
El reto de la electromovilidad
En México y en el mundo, el desarrollo de vehículos eléctricos ha cobrado gran relevancia en los
últimos años. No obstante, el kilometraje limitado (autonomías de 400 a 600 km) y los relativamente
largos tiempos de carga siguen siendo un reto. Un vehículo eléctrico promedio contiene paquetes de
alrededor de 8256 baterías de iones de litio tipo 18650 [8]. Esto hace que siga siendo un desafío
desarrollar vehículos más autónomos, con cargas más rápidas, capaces de sustituir por completo a los
vehículos de combustión interna (gasolina, diésel o gas).
Entre los avances para superar estos retos hay investigaciones centradas en mejorar la
recargabilidad de las baterías, logrando tiempos de vida de hasta 3000 ciclos, equivalentes a unos
8.19 años de uso si se asume que el vehículo se carga una vez al día y en condiciones normales (sin
considerar la carga rápida). Otras líneas de trabajo buscan baterías más eficientes que reduzcan el
peso y el espacio ocupado por las cubiertas, dejando más volumen para el material activo que
almacena la energía. Uno de los mejores sistemas de ion-litio aplicados en vehículos eléctricos es
la batería 4680, que presenta una capacidad de almacenamiento energético de 5 mA h cm⁻² [9].
Zinc-aire, más energía en menos espacio
Algunas ZABs desarrolladas por el equipo de trabajo Nanomat-Lab (grupo interinstitucional integrado
por investigadoras e investigadores de los centros SECIHTI del Consejo Nacional de Humanidades,
Ciencias y Tecnologías, como el Centro de Investigación en Materiales Avanzados, CIMAV, y el Centro
de Investigación y Desarrollo Tecnológico en Electroquímica, CIDETEQ, así como de la Universidad
Autónoma de Querétaro) alcanzan capacidades de almacenamiento de 24 mA h cm⁻² (Figura 2). Mediante
modificaciones en el diseño de los electrodos es posible llegar al menos a 625 mA h cm⁻², según
algunos fabricantes [10]. Esto supone un aumento de hasta 125 veces en la autonomía respecto a los
mejores sistemas de litio, al utilizar ZABs parcialmente optimizadas.
En la Figura 2 se muestra el módulo de almacenamiento energético de un vehículo
eléctrico basado en baterías de ion-litio. Al reemplazarlo por ZABs, este módulo podría reducirse en
tamaño y peso, lo que optimiza la eficiencia y la potencia del vehículo, o bien mantener el mismo
volumen para obtener tiempos de autonomía mucho mayores.

Figura 2. Módulo de almacenamiento energético de vehículos eléctricos y comparativa de la energía almacenada en baterías de litio frente a baterías de zinc-aire.
Capacidad y voltaje en las baterías
No obstante, la capacidad energética no es el único factor que determina la viabilidad de estos
sistemas; también es importante considerar el voltaje de las baterías. La capacidad de
almacenamiento energético indica cuántas cargas (electrones, en este caso) pueden transferirse en un
tiempo determinado, mientras que el voltaje es la “fuerza” con la que esas cargas se mueven.
Podemos imaginarlo con una manguera de agua: las cargas serían la cantidad de agua que pasa
por la manguera y el voltaje sería la presión con la que sale. Hay aplicaciones que requieren alta
presión y poca agua (como el lavado de objetos) y otras que necesitan baja presión pero gran flujo
(como el llenado de un recipiente).
El voltaje de operación de los sistemas de ion-litio es de aproximadamente 3 V, mientras que
el de las ZABs es de solo 1.4 V. Esto plantea desafíos para los sistemas de almacenamiento enfocados
a la movilidad eléctrica, donde se requieren alrededor de 400 V para vehículos comunes y hasta 800 V
para vehículos de alta potencia [11].
Una alternativa es conectar las baterías en serie, de modo que se suma el voltaje de cada
celda individual. Para lograr 400 V en un vehículo eléctrico de uso común se necesitarían
configuraciones de alrededor de 134 baterías de ion-litio o 286 ZABs. Aunque las ZABs requieren un
poco más del doble de celdas para alcanzar los 400 V, la capacidad específica sería unas 63 veces
mayor, lo que evidencia la viabilidad de las ZABs para su aplicación en el transporte eléctrico.
Diseño y operación de las ZABs en condiciones extremas
A diferencia de las baterías de iones de litio, las ZABs requieren un flujo constante de oxígeno para
oxidar el zinc metálico y generar energía eléctrica. Además, deben mantenerse en rangos de
temperatura adecuados para evitar la evaporación o la congelación del agua contenida en el
electrolito (el medio líquido o gel que conduce los iones dentro de la batería). Estas condiciones
representan desafíos para su uso en entornos adversos.
Sin embargo, un diseño adecuado de la batería permite incluso sumergir el sistema durante
largos
periodos sin comprometer su funcionamiento, a pesar de la baja concentración de oxígeno disuelto en
el agua. Las modificaciones en el electrolito, como el uso de geles poliméricos superadsorbentes,
aumentan la eficiencia de la ZAB, reducen la evaporación del electrolito y evitan su congelación.
Estos geles son una alternativa prometedora para ampliar el rango de temperatura de operación desde
–20 °C hasta 100 °C (Figura 3) [12].

Figura 3. Principales características de las baterías de zinc-aire que favorecen su uso práctico en la electromovilidad.
Materiales más responsables, del cobalto al nopal
A pesar de todas las mejoras mencionadas, las ZABs todavía enfrentan algunas problemáticas que deben
resolverse para su aplicación masiva. Una de ellas está relacionada con el desarrollo de materiales
capaces de llevar a cabo las reacciones del oxígeno. A estos materiales se les conoce comúnmente
como electrocatalizadores, y deben ser muy estables, económicos, ecoamigables y socialmente
responsables.
Durante mucho tiempo, el cobalto se ha utilizado en sistemas de almacenamiento de energía
porque ofrece un buen desempeño tanto en baterías de ion-litio como en ZABs. Sin embargo, su
extracción representa una problemática social y ambiental. Las mayores reservas de este metal se
encuentran en África, donde se han documentado sobreexplotación laboral, trabajos forzados,
explotación infantil, desplazamiento de comunidades indígenas, uso intensivo de agua y contaminación
del entorno [13].
Mientras que las baterías de litio pueden incorporar hasta un 20 % en peso de cobalto [14],
las ZABs pueden funcionar sin este metal e incluso alcanzar mejor desempeño al emplear
electrocatalizadores a base de níquel-hierro [15] o de carbón (que puede provenir de fuentes
naturales o de materiales de desecho).
Otra problemática se relaciona con el desarrollo de geles poliméricos, también llamados
electrolitos de estado cuasi sólido (QSE, por sus siglas en inglés, quasi-solid-state electrolytes).
En muchos casos estos geles se elaboran a partir de polímeros poco degradables y económicamente poco
viables. Por ello, algunas investigaciones se centran en QSE biodegradables elaborados con
biopolímeros, con la intención de igualar el rendimiento de los polímeros sintéticos.
Pese a estos esfuerzos, pocos QSE presentan propiedades adecuadas para ser aplicados en
ZABs, ya que suelen ser inestables en medios corrosivos, absorber poca cantidad de electrolito,
romperse con facilidad o requerir grandes cantidades de materia prima para obtener volúmenes
aceptables de polímero.
En este contexto, el mucílago —un biopolímero presente en la “baba” del nopal— tiene el
potencial de emplearse como QSE e incluso superar el desempeño de algunos sistemas sintéticos. Esto
no solo reduce el impacto ambiental de las ZABs, sino que también representa una oportunidad para
México, el mayor productor de nopal en el mundo, al ampliar las aplicaciones de este cultivo. Según
un informe de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) de 2018, solo el 46.4 % de los nopales
cultivados en México se aprovecha, debido a la sobreproducción [16].
Conclusiones
Las ZABs son una alternativa sustentable e innovadora que permite mejorar los sistemas de almacenamiento energético, minimizando los costos de producción y el impacto ambiental en comparación con los sistemas de ion-litio. Estas características las convierten en uno de los principales prospectos para sustituir al litio en los sistemas de almacenamiento de energía destinados a la electromovilidad.
Referencias