Microplásticos, los aliados invisibles de las bacterias
Brandon Yahir Templos
Marín
Universidad Autónoma de Ciudad Juárez
Resumen
Los microplásticos —pequeñas partículas de plástico como las de poliestireno que no se degradan fácilmente— no solo contaminan, también favorecen la resistencia de bacterias a los antibióticos. Estas partículas sirven de base para biofilms, capas que protegen y fortalecen a los microbios. El hallazgo preocupa porque la resistencia bacteriana es una amenaza creciente para la salud mundial y la presencia cada vez mayor de microplásticos en agua, suelo y aire podría acelerar este riesgo, sobre todo en regiones con sistemas de salud y saneamiento limitados.Introducción
¿Alguna vez te has preguntado qué pasaría si las bacterias tuvieran superpoderes? La idea inquieta
porque, de hacerse realidad, representaría un riesgo para nuestra salud. Un estudio reciente de la
Universidad de Boston reveló que los microplásticos —pequeñas partículas de plástico con formas
caprichosas o geométricas, invisibles a simple vista y que no se degradan ni con el tiempo ni con el
agua— no solo contaminan el ambiente, sino que también pueden convertir bacterias comunes en súper
resistentes a los antibióticos.
La resistencia antimicrobiana avanza como una amenaza global, con cada vez menos opciones de
medicamentos eficaces. Este descubrimiento plantea una preocupación adicional para la salud pública
debido a la creciente presencia de microplásticos en nuestra vida diaria.
El papel de los microplásticos en la resistencia bacteriana
El estudio señala que, desde 1964, el consumo de plástico se ha multiplicado por 20 y que la basura
plástica no controlada podría alcanzar hasta 265 megatoneladas anuales para 2060. Como consecuencia,
las partículas sintéticas provenientes de materiales como polietileno, polipropileno y poliestireno
han incrementado notablemente su aparición. En otras palabras, estos residuos juegan un papel
preocupante en la propagación de bacterias resistentes a los antimicrobianos.
Para los experimentos, los investigadores utilizaron cepas de la bacteria Escherichia coli
MG1655. Tras cultivarlas, se añadieron microplásticos al cultivo durante 48 horas, lo que permitió
la formación de biofilms: una especie de manta pegajosa donde las bacterias se agrupan y quedan más
protegidas. Luego, se expusieron a antibióticos como ampicilina, ciprofloxacina, doxiciclina y
estreptomicina, con diferentes concentraciones de microplásticos (100 a 15,000 partículas/μL).
Posteriormente, se tomaron muestras a las 0, 1 y 24 horas.
Los resultados mostraron que, después de 24 horas, las concentraciones altas contenían menos
bacterias libres, lo que indicaba que muchas se habían adherido a la superficie de los
microplásticos. Al enfrentarse a los antibióticos, se reveló que ese simple contacto había hecho a
las bacterias más resistentes, incluso sin haber estado expuestas antes a esos fármacos. El efecto
se intensificaba cuando había pequeñas cantidades de antibióticos en el ambiente.
Un desafío para la salud y el medioambiente
En conjunto, los microplásticos no solo representan un problema ambiental, sino que también favorecen
el desarrollo de bacterias más difíciles de tratar, aumentando el riesgo de infecciones resistentes.
Este hallazgo subraya la necesidad de ampliar la vigilancia ambiental para monitorear tanto los
niveles de antibióticos como la presencia de microplásticos, ya que ambos pueden potenciar la
resistencia bacteriana.
Finalmente, los investigadores destacan la importancia de considerar las diferencias en el
manejo de residuos entre países de ingresos bajos y altos, pues las condiciones inadecuadas pueden
incrementar la generación de microplásticos y, con ello, la resistencia bacteriana.
Referencias